No se me da
bien esto de extrañar.
No me
acostumbro al hecho de limitar mis deseos de hablarte, mirarte, besarte.
Incongruente,
lo sé.
Pero ni yo
mismo sé cómo funciona mi cabeza.
No se me da
bien esto de beberme el café con cucharadas de ansiedad incomprendida.
Sabe más
amargo, más oscuro. Confuso, lo sé, pero no se va del paladar el retrogusto.
No se me da
bien esto del discernimiento.
Entre la
razón y el deseo, la batalla la gana el ego siempre haciendo trampa.
Un poco
estúpido, lo sé, pero son años de cicatrices entretejidas.
No se me da
bien esto de soñar teniendo al miedo justo en frente.
Es la
desilusión que siempre llega para el veredicto.
Inútil, lo
sé, pero a mi favor no siento la certeza.
No se me da
bien esto de apostar.
Tirarlo todo
a la suerte por un presentimiento.
Pero es que a
veces duele más lo incierto que el miedo a fallar.
Es
necesario, lo sé, y es que ya no me queda más.
No se me da
bien esto de extrañar.
Incongruente,
lo sé.
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